En esta población que fuera la capital del reino p’urhepecha y, más tarde, después de la conquista, la primera ciudad de Michoacán, la velación da inicio en los primeros minutos del día 2 en el panteón, donde comienzan a encenderse los cirios y velas sobre las tumbas previamente aseadas y en las que van colocando su singular ofrenda: flores y alimentos que se hacen acompañar de las mejores piezas de cerámica que se manufacturan en la región: loza negra y vidriada, loza blanca, así como ángeles de paja y madera tallada.