En esta pintoresca isla del Lago de Pátzcuaro se preparan para empezar la conmemoración de la animecha kejtzitakua la noche del día primero, muy cerca de la media noche, antes de terminar el día de Todos los Santos; las mujeres y los niños van llegando silenciosos al cementerio para poner la ofrenda a sus deudos: bellas flores amarillas y sobre los manteles bordados, colocarán los alimentos que fueran del gusto del difunto. Las velas encendidas en el cementerio iluminan los rostros de los que, en aquella noche, departirán con los muertos. Una campana colgante al arco que marca el acceso al campo santo tañerá toda la noche para invocar a los ausentes. Para los habitantes de Janitzio, participar en el ritual de velación es un deber sagrado.